Ni siquiera me dejó un mensaje dentro de tanta botella vacía esparcida por el piso el maricón, así son todos los hombres, y más cuando son milicos, tanta medalla que se ponen los huevones, ¿Qué guerra han ganado? ¿Medallas de qué? De tanta represión será, de tanto lumaso, de tanto abuso de poder.
Yo pongo a la Janis Joplin, a Lou Reed y me fumo un pito y se enoja el huevón, como si el no se cayera de borracho cada vez que puede, es lo mismo, es más sano incluso, pero que va a saber él, si ningún milico es sano, son todos una manga de enfermos que como yo nacieron en el espacio y tiempo equivocados, ellos debieron nacer en una Alemania Nazi, que saciara su mente enfermiza. Y yo, yo debí nacer donde sea, por que soy del viento, donde sea, pero en los ’60, andaría con mi pelo suelto ondulado, nunca se me hubiese oscurecido, me hubiese comprado la típica Volkswagen con el signo paz, la hubiésemos pintado de muchos colores con mis amigos, le hubiese dicho a mi papá que me iba a la universidad que me pasara plata y que me mandara todos los meses y me hubiese ido hasta donde se terminase la carretera, de pueblo en pueblo tocando guitarra y escuchando historias de la gente humilde, de la que mas he aprendido, los cuicos se llenan la boca con sus palabras rebuscadas y en una hora no te dicen nada, un pobre te cuenta su vida tan solo con la primera mirada.
Me creo hippie, compro hamburguesas de soja en la calle, a los hare krishna que aparecen de repente, pero les pongo mayo gringa, por que todo es gringo ahora, The Chilean Way perro.
Nos conocemos desde pendejos, es el primero y el único, cuando iba a pensar que se iba a transformar en esto, tanto miedo que tenía el pobre de terminar como su padre, y mírenlo, tanto pataleo para no hacer el servicio y ahora le encanta, se siente superior, es otro, le entregaron un arma y se le lleno de plomo el cerebro.
Cuando veo su figura entrelazada a la mía a contraluz en la mañana, esas horas en las que somos uno solo, en una danza violenta y mansa, me suelta el pelo y me mira tanto rato, en esos momentos, todavía puedo ver un poco de ese niño que llegaba a mi casa llorando de rabia, porque el papá le pegaba a la mamá y el no podía hacer nada, le tenía tanto odio al viejo y ahora lo mira con orgullo, hacen el saludo militar con la mano tiesa, como bala dirigiéndose a la gorra y luego hacen sonar sus palmas en la espalda del otro, que machos, que fuertes, que imbéciles mas ridículos, un espectáculo patético su fiesta de lo absurdo.
Mis viejos no son el gran ejemplo pero todavía bailan hundidos en su universo paralelo, donde solo existen los dos y se regalan flores y canciones. Su mamá les pone la mesa y les sirve a ellos primero, después come ella. Que muestra de hombría más grande, que derroche de caballerosidad a la mujer que se supone aman más en el mundo.
Debí quedarme con el pelucón cubano, el de la casa de huéspedes de la Toña, dice mi vieja, cuando le cuento mis penas y me delata la calidez de mis lágrimas al caer en su falda. La Toña, esa señora que siempre anda con el hocico morado de tanto rajárselo con tinto, la boca florecida de tanto amar, me dice cuando le acompaño un navegado y metemos cháchara mientras el cubano nos armoniza predicando al Silvio, a Manu Chao y a la Janis, por que sabe que me gusta, me dedica canciones y yo me río. ¿Qué haces con ese pelado?, Pinga! Que ese huevón no es para ti, ¿Y quien es para mi cubano?, ¿tú?, tu me vas a dejar votada cualquier día y te vas a la Isla y les vas a contar a tus amigos de mi, cantando “Santiago de Chile”, dónde vas a decir que amaste a una mujer terrible, se queda callado, pero sonríe, siempre sonríe. ¿Cuándo dejo de sonreírme el Pela? Se enoja cuando le digo Pela, Pelado, Pelón, si hasta su hermoso pelo rizado asesinaron, es lo único que saben hacer, matar todo lo bello, pintarlo todo de gris.
Me voy contoneando a la casa, rozando las panderetas, a penas puedo subir al altillo, donde tengo mi pedacito de mundo para estar conmigo.
Ojalá me acordara como empezó la pelea al menos, estaba tan cura. Ahí echado en mi sofá-cama, hinchado de rabia y curao hasta el fúsil.
¡¿Por qué te quejas tanto mierda?!, ¿Has logrado algo colgándote del guanaco?, Tú y tus amigos raros picaos a hippies, ellos los del MIR, ellos a los que los investiga la CNI, ¡¡¡si ni habías nacido cuando fue la dictadura!!!. ¿Y tú, huevón y tu?, Te quejai pa callao, me gritai y me gritai, al final eri más resentido que yo y todos los comunistas juntos, por que nosotros nos expresamos, a ti te manda un asesino, eri más maricón que mis amigos homosexuales, te encanta comer criadilla de paco.
Todos me dijeron que algún día me iba a pegar, que iba a llegar con sus bototos a que le sirviera a criticar todo lo que soy, lo que siento y lo que pienso, a mirar con asco las paredes de mi pieza empapeladas con posters de tocatas, dibujos psicodélicos que han hecho todos los que han sido importantes en mi vida, todos menos él.
Ha sido un mes largo desde que desperté entre el caos, en todos los moretones que me dejo escribí un “te amo”, él ya no puede escribir, por eso no me dejo un mensaje dentro de una botella, se disparo en las manos, yo le beso las vendas, e intenta quitarlas, pero las tomo con más firmeza. Mira pelado, te están empezando a crecer los rizos.
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