lunes, 25 de julio de 2011

Estoy?

Desde aquí puedo ver los aviones despegar con su estruendo que estremece la calma del lugar, por las noches no hay nadie y a veces siento miedo, pero no estoy solo hay muchos a mi alrededor. En los días soleados el pasto se ve más verde y los que vienen a verme se quedan más tiempo, a veces lloran, a veces ríen, muchas otras me cuentan sus vidas, riegan mis plantas o me traen regalos que luego se los lleva el viento y la lluvia.

De entre todos hay una cara que se me hace muy familiar, sus cabellos rubios y sus ojos pardos, usa largas faldas y botas, trae palas, tiestos, una manta y agua. Le gusta cambiar la decoración, ponerse bajo la sombra de mi árbol oír a los pajaritos que en el reposan y llora, siempre llora, acaricia la parte donde sale un nombre, creo que el que yo tuve alguna vez, fechas que no recuerdo y una inscripción que no sé que significa. Pronuncia varias veces “te amo”, llora amargamente y yo la abrazo fuerte pero al parecer no me ve y no me siente. No sé quien es, no se que quiere, solo se que siento que la amo también y aunque no puedo llorar, cuando la veo venir sola siento algo en el pecho, algo que no entiendo.

La veo venir a paso lento, le pesa el corazón, le pesa el cuerpo, le pesan las culpas y le pesa el llanto. Beso sus cabellos, los huelo y por segundos logro ver a un niño moreno de pelo negro sonriendo junto a ella, me aferro a esos momentos pero son lánguidos y trémulos. A veces siento miedo, pero paseo por el lugar y veo a muchos otros observando a quienes van a verlos y hay algunos que estuvieron aquí hace mucho tiempo pero ya se fueron.

Nos apena cuando vienen multitudes vestidas de negro porque sabemos que tendremos que explicar a un desorientado como son las cosas de este lado.

A veces vienen en grupos, leen de un libro algunos párrafos y luego se reúnen en un circulo todos con los ojos cerrados, alguno de ellos a menudo sigue hablando y los demás asienten. Se abrazan, se aprietan, sus lagrimas forman un arcoíris al llegar al suelo todas juntas. Yo no entiendo pero me alegro al verlos, siempre son los mismos, noto algo en el más anciano, vendrá aquí pronto, está cansado.

La más joven a veces viene sola, está junto a mi por horas, me deja figuras hechas con goma Eva, pero cuando viene con ellos aprieta los dientes e intenta no mirar hacia donde esta el nombre, tiene rabia, no sé que le habré hecho pero creo que no fui bueno. Ella juega con los gatitos que tiene la señora que vende flores, muchas veces me comentó que a mi me gustaban y que esos eran muy lindos y pretendía robarlos.

A veces logro seguirla y ver donde vive, no reconozco nada allí, sólo el árbol que hay frente a su casa, pero supongo que todos los arboles deben ser parecidos. Me recuesto con ella en su cama y la abrazo cuando llora y tiene pesadillas. Se parece a una niña que recuerdo, pero es imposible porque es casi una mujer.

Un día la señora de cabellos rubios vino a despedirse, nunca me sentí más aliviado quizás si no viene mas a verme no llorará tanto.

Ese día me recosté en el pasto a mirar las nubes y nunca el cielo estuvo más cerca.

E.M.M.V. 11.06.90 – 17.12.07

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