viernes, 8 de julio de 2011

On The Dance Floor

Llegamos casi corriendo, media hora antes del cierre y había una fila infernal, desorientado y los tres con los ojos chatos, mire hacia todos lados buscando un indicio de que era la fila correcta, por un momento sólo logré ver caras para nada particulares, gente aparentemente normal, observe mientras avanzamos en la fila, Cristian se iba colando cada vez más cerca, nos saltamos unos buenos metros y quedamos junto a unos pendejos, no más de 17 años y ahí supe que estábamos en la fila correcta. Se saludaban de beso, tenían las cejas depiladas, parecían flaytes pero eran… otra especie.

Sin pensarlo le comente a Diego que cómo los dejaban entrar, eran muy chicos y estaban tomando en la fila, y me recordó que nosotros teníamos la misma edad cuando empezamos con este tipo de fiestecillas, incluso yo tenía menos, 15 años, pero claro como muchas otras cosas yo prefería olvidar esos detalles.

Entramos y fuimos atacados por un sinfín de luces destellantes en todas las direcciones. Cristian, fue a comprar copete y nosotros nos quedamos bailando, música pop que reza canciones de despecho, desamor, infidelidad, promiscuidad, y ese afán desesperado por intentar gritarle al mundo que “i don’t care” cuando en realidad a todos nos importa y por eso lo gritamos.

En el escenario se subía un grupo de “locas” para que todo el mundo supiera que podían bailar exageradamente y patéticamente imitando movimientos de mujer, y mujeres que no pueden bailar como mujeres. Ubicaban a alguien dentro de la masa y lo apuntaban y miraban fijamente, le dedicaban cada uno de sus movimientos y después si tenían suerte podrían tener una noche algo más interesante, ser el triunfador que no se va solo, ser el que tiene una mano aferrada a la suya, aun que quizás nunca más se vuelvan a entrelazar.

Una semana intensa era reducida a unos malos ratos cuando estaban ahí, con amigos, alcohol y pedazos de cielo que hicieran olvidar que la noche termina en algún momento, que mañana es otro día y que probablemente duela la cabeza pero despertarás con una sonrisa intentando recordar cada detalle, que no se pierda nada que pueda salvarlos de la semana que viene, aparentando ser lo que no son, y los más audaces sobre informando lo que son, orgullosos y con rabia por un mundo que no los entiende, pateando las calles que son grises cuando deberían ser like a rainbow.

Un verdadero espectáculo, el mejor intento de inglés que se pueda escuchar en algún lugar de Chile, algunas dobles de actuales exponentes del pop que enloquecen al público hacen su perfomance y de pronto la pista se vuelve una especie de video de Lady Gaga en que todos bailan la misma coreografía o lo intentan, gritos, dedos acusadores apuntando hacia el cielo, por que ahí no está quien les dijo “i look in the mirror and i saw your face!”, y se vuelve una realidad que todos estamos como la canción de Kesha, “dacing with tears in my eyes”.

Cada uno tiene su método para descargarse, para darse un motivo ya que cuando los buscamos pocas veces encontramos. Había olvidado lo bueno que era dejar las lagrimas a modo de pasos on the dance floor.

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